By Kruster Evans 
Este 30 de octubre el tribunal coreano tendrá su última audiencia donde dará su veredicto sobre el grupo surcoreano.
Newjeans, que recientemente empezaron a operar bajo el nombre NJZ se enfrenta a momentos decisivos. Es que este este jueves 30 de octubre a las 9:30 hora coreana se revelará la desición final del tribunal sobre el caso, donde se sabrá si el grupo, conformado por Minji, Danielle, Hyein, Hanni y Haerin, continuará bajo la agencia ADOR o se separará.
El apoyo de los fans o Bunnies alrededor del mundo se ha hecho notar en redes desde hace algunos dias, convocando a estar atentos en esas horas para darle respaldo al grupo de chicas.
Dada la diferencia horaria, en los países del hemisferio occidental, el apoyo empieza este miércoles 29.
El trasfondo de esta audiencia se remonta al rompimiento público entre la agrupación NewJeans y su agencia original ADOR (subsidiaria del grupo HYBE). En noviembre de 2024, las miembros anunciaron la terminación unilateral de su contrato exclusivo, argumentando que ADOR había incumplido importantes obligaciones de protección y gestión.
ADOR, por su parte, denunció que el contrato sigue plenamente vigente y acudió a los tribunales para que se reconozca su validez, al mismo tiempo que obtuvo una orden judicial que impide al grupo realizar actividades independientes sin su autorización.
La disputa no sólo versa sobre el uso del nombre artístico, sino también sobre la autonomía creativa, la estructura de poder dentro de los grandes sellos de K-pop y el derecho de las artistas a decidir sobre su carrera. En concreto, se ha señalado que la destitución de Min Hee‑jin como CEO de ADOR —quien había sido clave en el desarrollo del grupo— desencadenó el conflicto.
Ahora, con la audiencia del 30 de octubre como fecha clave, tanto la defensa del grupo como la agencia aguardan un veredicto que podría redefinir el futuro de NJZ: si serán libres para buscar nuevos horizontes y usar su nombre, o si deberán permanecer bajo la gestión original hasta el fin de su contrato. El impacto va más allá de una simple batalla legal: de él depende cómo se negocian derechos, identidad artística y agencia dentro del sistema global del K-pop.